Dicen que Bangkok – la capital de este país del sur de Asia – tiene muchísimas cosas que ofrecer a los turistas día y noche, al igual que la mayoría de las ciudades de Tailandia. Es una ciudad que nunca duerme y que ofrece distintos tipos de turismo para los visitantes: playero, sexual, religioso, ecológico, espiritual, gastronómico, entre otros.
Pero en nuestra experiencia, hay una cosa que no puedes dejar de hacer por ningún motivo estando en cualquier parte de Tailandia: ¡comer! Por algo también dicen que la comida tailandesa es una de las mejores del mundo, y vaya que tienen razón.
Verán, su comida está basada en la equilibrada y exquisita mezcla de sabores ácidos, salados, dulces y picantes. Por lo tanto, usan mucho chile, nueces, azúcares y frutas cítricas en sus platillos.
Algunos de sus platillos más famosos – como bien podrían ser en México los tacos, el pozole, las tortas y los tamales – son brochetas de cerdo en salsa de cacahuate, sopa de noodles con pato, fideos tailandeses fritos con camarones y trozos de pollo empanizados con verduras, entre muchos otros.
De hecho, en los módulos de ayuda a turistas o en los negocios que te ofrecen paquetes turísticos en Tailandia, te venden clases de gastronomía tailandesa con chefs nativos, lo cuál demuestra el nivel de importancia que tiene su gastronomía para ellos y para el mundo.
Nosotros pasamos un día entero comiendo sin parar, mientras recorríamos caminando las calles Bangkok. Comprábamos un platillo, nos sentábamos en la banqueta a comerlo y seguíamos caminando hasta toparnos con otro puesto de la calle que vendiera comida y nuevamente nos sentábamos en el piso a comerlo, y así lo hicimos una y otra vez el día completo. ¡Es imposible dejar de comer, todo es absolutamente delicioso!
El resto de los días fuimos a todo tipo de restaurantes, algunos bastante elegantes (y baratos por el tipo de cambio con el peso mexicano), y otros no tanto, pero siempre con comida deliciosa. Lo mismo hicimos en Phuket y en Ko Phi Phi, los otros lugares de Tailandia en los que estuvimos.
Finalmente aquí están las fotos de lo mejor que comimos:
Y el mayor consejo que podemos darles es: ¡no tengan miedo y prueben de todo! Lo peor que puede pasar es que no les guste, no se lo coman y se lo regalen a alguien. Pero en el mejor de los casos conocerán nuevos platillos que serán de su entero agrado y para los que querrán comprar los ingredientes para cocinarlos en su regreso a casa, como nos pasó a nosotros con la exquisita-deliciosa-insuperable sopa de noodles con pato, picosita y calientita, que comimos en el mercado flotante de Damnoen Saduak, y que la señora preparó en menos de 5 minutos desde su lanchita (lo mejor de viaje, por mucho).
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